Generalmente la gente habla mal
de los gringos por inercia, porque está de moda, porque nosotros los habitantes
del lupanar (lupanarenses)
disfrutamos insultando las creencias de los demás y viéndolos de menos porque
no piensan como uno cree que el universo es.
Pero los gringos tienen cosas
buenas, “we the people” es una frase que a mí me gusta mucho, empoderar a la
gente, al pueblo, al fin y al cabo eso es lo que buscamos en todas partes ¿no? Ser
“We the people” nosotros… la gente. Pero es que acá somos “We the maricas”, “We
the perros”, “We the sometidos”, The condicionados, The people que no puede
hacer nada y The people que debe aguantarse todo.
Hace poco vimos un caso de un
vigilante que le “daba en la jeta” a un cliente en Carulla porque su novia
borracha se había vomitado. Y es que esto no es nuevo, los vigilantes son
altivos, todo el mundo en el lupanar ha peleado o ha sido sometido por un vigilante. No todos,
obviamente pero si la mayoría, policías frustrados o personas que viven de
otras formas, que creen que portar un uniforme les da derecho a ser “la ley”
pero se les olvida lo más importante y es que no lo son, que sencillamente son
empleados, son civiles como los demás.
El cuento de todo lo anterior y
los gringos viene porque cuando uno entra a un almacén gringo, por colocar un
ejemplo, de camas y muebles de alcoba, entonces usted mira la cama, prueba la
cama, le da pata a la cama, la paga, se la lleva a casa, duerme la primera
noche y si no está bien la devuelve y se acabó, “We the people” y sus cientos
de demandas han logrado cosas así.
No como acá en el lupanar que
usted se acerca a un “stand” en donde venden celulares y después de que le
indagan hasta el nombre de su abuela, usted paga el teléfono sin ni siquiera
poder verlo antes porque “vienen en cajita y el sistema lo trae codificado” y ruéguele
al señor que le salga bueno porque ahí no gay reclamo que valga, ni siquiera
queja a la superintendencia porque la superintendencia lo que hace es pasar la queja a la empresa que le responde a usted que “no tiene razón”, pierde
usted, pierdo yo, pero ellos jamás pierden, esto es el lupanar señores, acá uno
nunca gana, JAMAS!!!
Entonces, caminando en Bogotá por
la carrera 13 buscando un aparato de repente pasé por el “TIA”, aquel templo
del comercio, mítico, famoso por tener productos “baratísimos” y pensé –Entremos,
tal vez compro unas camisetas, unos interiores, lo que sea que este en
promoción”.
Ingresé entonces a ese potrero
horrendo y desabrido, monumento al mal gusto, porque si hay un almacén mal
decorado y que rompa todas las reglas ISO desde la 9000 hasta la 20000 es el
TIA y no es por ser despreciable, es porque ES LA VERDAD, es horrendo, un
sinfín de canasta repletas de trapos con una cartulina encima pintada a mano
que anuncia lo que sea que hay ahí y el precio. Por ejemplo “Camisetas $10.000”, “Pantalones
$40.000”, “Boxers $13.000” y así sucesivamente.
Me acerqué a una de las canastas
en donde había “Boxers” y comencé a buscar mi talla entre una montaña de
prendas empacadas y desempacadas que en realidad era difícil de manipular. Pero
entonces ahí fue que me llamó la atención lo que más me molestó del lugar,
cuando busque alrededor alguien que me ayudara me di cuenta que solo había vigilantes,
mínimo 7 u 8 en el almacén, todos con cara de orangután enojado, incluyendo a
las dos mujeres, observando a los clientes con miradas inquisitivas a ver si de
repente éramos capturados en flagrancia robando una de las “lujosas” prendas. Y
cuando me refiero a clientes hablo de mi familia y otro pendejo más que había
en el enorme lugar, porque no había nadie más.
Le dije a mi esposa – Pregúntale a
uno de los vigilantes si me ayuda a buscar mi talla- a lo que el vigilante
respondió que eso era con “la niña de delantal”, que es la misma que trapea,
que le lleva los tintos a los vigilantes y que sirve de cajera. Cuando mi
esposa me hizo el favor la respuesta de “la niña del delantal” fue –toca que
mire lo que hay ahí-
Le pedí a mi esposa que nos largáramos de ahí, el
lugar es tétrico pero es más tenebroso tratar de comprar cosas horribles bajo
la mirada de 8 personajes entrenados para nada. Cuando iba saliendo metí tres
madrazos y nadie dijo nada, sencillamente porque no les interesa.
Acto seguido pasé la calle e
ingresé a un almacén de otra marca Colombiana en donde me
atendieron como un rey, las prendas eran
bellísimas, a buen precio (más barato que el TIA) y sin toda la parafernalia
tonta del otro lado.
Y es que así es en la mayoría de
supermercados del país, gente siguiendo a los clientes haciéndolos sentir
incomodos, ¿no tienen para comprar cámaras? Alguien que piense un poco, no hay
que ser genio, sabe que sale más barato comprar un sistema de cámaras y pagarle
a uno o dos vigilantes que a diez que ronden por todo el lugar.
Pero sobretodo me impresionó el
TIA porque en realidad no logro entender ¿Cómo se mantiene ese negocio? Si no
venden, si siempre está vacío, como pagan a los vigilantes, ¿Cómo pagan los
servicios, los pedidos, etc? No me vengan con cuentos, ya somos grandecitos.
Larga vida al lupanar!!!