En la lucha por hacer visible
nuestra mediocre realidad a través de las crónicas del lupanar o de comentarios
en redes sociales, es inevitable encontrarse de frente con todo el poderío ñero
y gamín de los habitantes del lupanar. Cuando uno está de una u otra forma en
el ojo público (cualquier persona en Facebook lo está) tendrá seguidores y
detractores. En Colombia la cuestión es terrible porque generalmente tus
detractores más terribles son tus mismos amigos. Los amigos más cercanos si
ustedes no se han dado cuenta son los que peor tratan a los –que quieren-
¡Que hubooooooo gonorrea
hijueputa- es uno de los saludos cariñosos que he escuchado por ahí, agarrarlos
a golpes, esconderles las cosas, joderles la vida, en otro tiempo se llamaba “montársela”
hoy la ciencia le ha colocado el nombre de “Bullying”, así los psicólogos
tienen ya otro diagnóstico para poder trabajar y comer.
Por ejemplo, una de mis más
asiduas detractoras es supuestamente una neurocirujana, no sé si sea cierto o
no, pero eso dice en su perfil, dice trabajar en la clínica Shiao la que visité
varias veces después de mi infarto. Pero yo de verdad dudo que una persona que
tenga la capacidad intelectual para ser neurocirujana tenga el cerebro que
tiene esta mujer para producir insultos sin conocer a quien se los dice, aunque
si lo pensamos bien, después de evaluar la educación en Colombia, ser
neurocirujano en Bogotá será lo mismo que ser barrendero en Noruega ¿No?
-Pseudo periodista hijueputa,
gordo mlaparido- son lagunos de los piropos que me he ganado de este personaje
que creo me gané su odio el día que insulté a su banda favorita –The Mills-
ahora entenderán lo que les digo, la capacidad intelectual se pone en duda
cuando pasan esas cosas.
Y así es con todos, muy pocas
veces se encuentran contendientes dignos en Colombia que no respondan con un –Perro
hijueputa, cerdo maldito malparido-, pero ahí no acaba la cosa, se pone peor,
porque cuando le responden con el mismo talante, te rebajas hasta el nivel de gamín
de alcantarilla y le respondes de la misma forma, entonces arman un escándalo,
se enfurecen, hacen publicaciones, redoblan los insultos y ahí sale la casta
colombiana a relucir, la verdadera esencia de aquel hampón que todos llevamos
dentro y se da el triunfo de lo peorcito de la humanidad.
El colombiano no tiene la
capacidad de asimilar el sarcasmo, es un ser poco educado que todo lo toma como
viene y no se pregunta nada. Punto, así es, así lo neguemos.
En cambio tengo un amigo que cada
vez que me escribe algo me da más y más la razón, es un hombre educado, habla
varios idiomas, conoce el vallenato y lo toca, ama Colombia y la defiende con
garra pero solo tiene una cosa diferente a los demás, el hombre no es Colombiano,
es canadiense y ha viajado, conoce el mundo, es educado y talentoso. Una
persona así jamás tiene un insulto para uno, el no escribe – oiga pseudo
musiquete comemierda, métase su opinión por el culo pendejo- si no que escribe
cosas como –En otros lugares es peor, deberías ir a New York a ver los precios
de los taxis allá- o te da argumentos sólidos como –Yo te he visto haciendo lo
mismo que estás criticando- y las pocas veces que nos hemos visto hemos
discutido también y a veces se nota que no está de acuerdo contigo pero él lo
que hace es reírse y echarse un chorro.
Y por eso a mí me encanta que el
siga comentando cada día mis publicaciones porque cada vez que lo hace me
recuerda que tengo razón, que todo lo que se escribe acá es verdad, que la
educación es lo más importante que una persona pueda tener y que sí es posible
discutir con los demás sin que lo trapeen a uno por el piso por tener una
opinión diferente. Lamentablemente Colombia está lleno es de colombianos y no
de personas como mi amigo, personas que en sus países se aburren porque conozco
muchos, que quieren salir de Suecia, Finlandia, Dinamarca para ir a meterse a
El Salvador o venir a Colombia a vivir para buscar un poco más de vida, un poco
de realidad.
Gracias parce por demostrar mis teorías, espero que tu estancia acá no te transforme en otro colombiano más y de repente coloques en mi muro algo que diga –perro hijueputa, gordo pendejo, pseudo filosofo comemierda ¿Por qué escribiste ese artículo tan marica y tan pendejo?- porque entonces sabré una de dos cosas, o ya te “colombianizaste” o te graduaste como neurocirujano en Bogotá.