LAS CRÓNICAS DEL LUPANAR

No se tapa el sol con las manos

EL HORROROSO, MACABRO Y MALDITO FINAL DE LAS 50 LUKAS

Colombia tiene la capacidad de emputarlo a uno desde que se despierta, usted tuvo un sueño hermoso en donde saltaba en praderas verdes, ríos de leche y miel corrían al lado de mares y nevados cuando se despierta con la noticia grabada en video de un asesinato a sangre fría y se tiñe todo de rojo sangre y se acabó el sueño para volver a la realidad del frío lupanar.

Le siguen las noticias de siempre, manipuladoras y torcidas para rematar con el mejor periodismo mundial en materia de espectáculos, el premio a la desgracia de la comunicación masiva, la oda a la estupidez humana sumada a los resúmenes de las audiciones de “Yo me llamo” en donde nos “erizan” a todos con solo prender el televisor.

Hoy fue uno de esos despertares… No me gusta madrugar, odio madrugar, es una actividad de ovejas, de perros amaestrados que se bañan corriendo, desayunan corriendo y aun con los ojos pegados salen corriendo a tomar el Transinfierno para manosear o ser manoseado, salir en el blog del manoseador y finalmente llegar al trabajo como todos los días de la vida. Es el sistema, así funciona el lupanar, por eso una de las armas de rebeldía es no madrugar.

Pero hoy tocaba, porque cuando se trata de interactuar con los habitantes del lupanar o “Lupanarenses” hay que adaptarse a sus horarios, mutar, ser antinatural, así que hoy tenía entrevista en el colegio de la niña a las 7AM, exámenes de sangre en la EPS a las 9AM, tramite de registro civil y tarjeta de identidad a las 11AM para después poder regresar a la oscuridad de mi caverna y sentarme tranquilo de nuevo a grabar mis cosas y escribir mis crónicas.

Nuestro presupuesto: 50 Lukas, representadas en un único billete, 50 mil pesos condensados en un pedazo de papel moneda que codiciamos todos y que se supone debe ser suficiente para esas tres vueltas. Un solo billete, uno y nada más… 50 lukas, tesoro nacional.

Primero esperando bajo la lluvia de la mano de mi hija de dos años, la de 10 y mi esposa, todos zampados en una sombrilla de 45 centímetros de radio, esperando a que uno de los profesionales universitarios con carreras alternativas a la que estudiaron, es decir un taxista, se dignara a parar.

Después de 4 intentos… ¿para dónde va paspi? Uy no, no alcanzo y otras excusas de rebuscada alcurnia, un señor de aproximadamente 450 años se dignó a llevarnos hasta el colegio de mi hija en donde obviamente al momento de pagarle me soltó la típica y magnifica frase –Uy gordito no tengo cambio- lo miré y le dije ¿Y Qué hacemos, es lo único que me acompaña? A lo que el anciano de la cabrilla me respondió con ojos saltones un –no se-

¡Mierda!!!, vida hijuemadre la mía, busqué por todas partes, en mis bolsillos, el bolso de mi esposa, hasta que logramos reunir cuatro mil pesos, faltaban doscientos y todavía mira mal el decrépito y arranca lleno de ira y odio porque así es el lupanarense, soberbio, criminalmente antisocial, las 50 lukas se negaban a desaparecer y yo no sabía que era cuatro mil pesos más rico de lo que pensaba.

Después de pasar por la entrevista de la psicóloga de 28 años en donde desbarató por completo el concepto de "hiperactividad" con el argumento de “los médicos son brutos y se inventan cada cosa” salimos con la hoja de matrícula y recordé que como estaba cerca de un barrio popular de tradición “fritanguera” sería bueno para mi colesterol darle una dosis de morcilla, chunchullo y chicharrón (Obviamente) así que me dirigí hacia un puesto callejero en donde vendían rines para carro (si señores, en el lupanar se venden rines para carro en una caja de madera pegada a una bicicleta) y le pregunté al señor que estaba sentado si él sabía de la famosa “fritanguería” que quedaba por ahí. A cambio de la pregunta recibí un regaño de tan distinguido animal diciéndome que la fritanga era mala, que por eso estaba así de gordo y que eso a las niñas les hacía daño y mejor les comprara una sopita. ¿Y a usted que le importa viejo gran hijo de puta? Pensé ¿Por qué mejor no se preocupa por salir de la calle y conseguir un trabajo de verdad en lugar de vender rines robados? ¿Sapo? MARICA!!! Nadie en el lupanar respeta, porque acá todo el mundo juzga, todo el mundo es metido, todo el mundo es doctor, todo el mundo entiende Ingles, todo el mundo es psicólogo, psiquiatra, abogado, político, director técnico de fútbol y a la hora de la verdad si usted les pregunta cuánto es 5 x 8 el 99% de la población si es que sabe la respuesta la tiene que pensar durante 10 minutos, 48 última palabra.

Envenenado salí caminando hasta dar con el local en donde obviamente no tenían el maldito cambio para las 50 lukas así que sin otra opción desistimos de la fritanga y tomamos otro taxi hasta la EPS, cuando llegamos obviamente el maldito taxista no tenía cambio para el maldito billete de 50 lukas ¿Pero si tiene un fajo en la mano animal? –Pero es el producido- Producido su madre, ahora debe esperar a que entre a comprar los bonos para pagarle la carrera y ¿adivinen qué? Porque es en este momento en que la línea entre la realidad y la dimensión desconocida se funden en la inconfundible realidad de este árido y puerco lupanar en el que habito y en el que la cajera de la EPS que recibe dinero desde las 6AM no tenía cambio para el billete de 50 lukas. No tenía cambio… no tenía cambio, ya parecía esto una composición de Poe o de Silva,  y no tenía cambio… y… no… tenía cambio!!!

Fue Carlitos, el flaco que vende empanadas desde hace 10 años frente a la EPS, que fue desterrado de su barrio el Santa Fe porque no es suficientemente bravo para lidiar con esas calles y quien vende en promedio 200 empanadas diarias el que nos hizo el favor de cambiar el billete con el cual logramos comprar los bonos y pagarle al distinguido conductor y por fin despedazar aquel billete macabro con el que todos sueñan pero que nadie quiere tener, fue así que logramos por fin sentarnos tranquilos a esperar a que nos sacaran los exámenes de sangre, esperar bastante porque llegamos cuando estaban en el número 31 y a nosotros nos tocó el 104, sea como sea, legal o ilegalmente este país se desangra a diario.

Al final de la historia, después de los exámenes de sangre, como mi hija mayor y yo estábamos en ayunas, salimos y rematamos el billete en empanadas, papa rellena y pastel de yuca con Coca-Cola únicamente como acto de rebeldía en contra de aquel billete de 50 lukas que no sirve, que es literalmete un peso en el bolsillo y que solo te hace ganar problemas.

El lupanar, oh tierra de maravillas cuyo riesgo al visitarla es quedarse, como te amo vida hijueputa!!! La tarjeta de identidad la saco el lunes…