Supongamos que usted ya logró un apartamento en
arriendo en Bogotá, una cloaca asquerosa con ducha eléctrica quemada y lama en
el baño en algún barrio popular al cual le han colocado valor mensual como si
fuera usted a alquilar el observatorio Griffith en Los Ángeles. Un apartamento
que más parece una ratonera con la alfombra gastada, las paredes de ese “blanco
cremoso” y una cocina oxidada. Lo logró, ya le dieron la llave después de los
seis fiadores, el “estudio sin derecho a reembolso” y otras tretas que el
colombiano usa para robar, sí, robar, porque eso es un robo.
Llega el primer mes de arriendo y usted muy puntual
tiene el dinero y el dueño le dice –uyyy, muchas gracias Don Felipe, ¿Cómo se
ha sentidoooo?, aaaah bueno, cualquier cosa no dude en llamarme, con mucho gusto,
hasta luego Doctor-
¡Doctor!!! Aquella palabra de alta alcurnia que en Colombia
se la clavan a todo el mundo, la gente acá no tiene ni idea qué es un doctor.
De hecho, el 99% de la población lupanarense no sabe que “Doctor” es
un grado, un título, que se consigue después de haber estudiado mucho tiempo y
que en algunas profesiones como en la medicina se adquiere en el pregrado. !Qué va saber esto un pueblo ignorante y desadaptado como el lupanar!, en donde
el deporte nacional es hablar mal de todo el mundo y pensar que uno es el putas
y los demás unos pendejos.
El segundo mes ya comienza lo duro porque llegan por primera
vez los servicios públicos de Bogotá que son más caros que en Manhattan, y es
en serio, yo he estado en Manhattan y nunca vi una cuenta de agua de 400
dólares que no fuera de un supermercado. Acá el sueldo mínimo es de 600 mil
pesos y el recibo del agua llega por 300. Entonces caigan en la realidad,
si usted es una persona que gana el sueldo mínimo usted está condenado a ser miserable en el lupanar, a vivir en la miseria, en un barrio en donde
si amanece vivo es un milagro (bueno, a menos que el peligro sea usted) y su mayor
lujo va a ser un abrigo chino de 15 lukas comprado en San Victorino.
¡Uy Don Cosito, me va a tener que esperar un par de
días porque los recibos llegaron por las nubes y me tocó pagarlos para que no
los cortaran pero no se preocupe, pasado mañana le pago! – Y me mira como un
ente, callado, frunce el ceño –Don Felipe, no comencemos así, mire que yo vivo
de esto, yo vivo de esto, si no yo no arrendaba el apartamento, mi mama está
enferma, yo también tengo necesidades, última vez ¿no doctor?- y se va insultándome entre dientes bajando las escaleras de ese antro.
A los dos días llega a las seis de la mañana con
lagaña en el ojo todavía y sudadera porque eso sí estos ñerazos vagos que viven
de la renta se levantan como los gallos a hacerse una auto-paja mental para
creer que son de alguna utilidad en este planeta.
-¡Qué pena lo temprano doctor (en el mejor de los
casos es “dotor”, confíe más en los que hablan así) pero como usted me dijo que
pasara a los dos días, pues mire, ya son los dos días!- y se ríe como imbécil.
Usted saca el dinero y se lo entrega. Se va feliz el pirobito.
Así pasan los meses y usted va agarrando confianza y
el dueño también, ya no le arregla nada de lo que se daña, el celador ya lo
saluda levantando la ceja, ya los vecinos se han agarrado con usted unas 30
veces y en el barrio todos le dicen “vecino”.
Por ahí al sexto mes a usted le fue mal o su empresa
se le demoró en el pago o cualquier vaina y ese mico se enciende de la piedra –Mire,
lo mejor es que me desocupe, yo no puedo estar así, es que yo vivo de esto, entiéndeme,
yo vivo de esto, y así no me sirve, así no, usted sabe que me tiene que pagar
los cinco primeros días, si usted no tenía pal arriendo para que firmó, sea
seriooooo, sea serioooooo, no sea hijueputaaaaaa, yo vivo de esto!!!!- y se
queda como un titi en la puerta, como un gamín hambriento viendo el salchichón
cervecero colgar de la vitrina y es en ese momento cuando usted le abre los
ojos y le dice –Pero hermano, es que acá le tengo el billete porque me lo
prestó un amigo- y entonces el man respira, las guevas se le vuelven a acomodar
y dice –Uy dotor, que pena, es que de verdad la preocupación es mucha, usted
sabe, usted me entenderá, yo vivo de eso!!!- y se guarda el billete y se larga
durante 30 días más. Ahí está, de Doctor a hijueputa en 3 minutos y
viceversa!!!
Yo me volteo, me siento de nuevo en la computadora,
respiro profundo y reniego treinta y cuatro mil veces tener que haber nacido en
este país en donde nada sirve, nada funciona pero todos creen
que sí y lo defienden. LARGA VIDA AL LUPANAR!!! Yo vivo de esto…