Un año de escribir estas crónicas del lupanar
me han ayudado para hacer un retrato de mi sociedad, sobretodo de la ciudad en
donde vivo. Para la última crónica del año decidí dar un giro a la esperanza y
tal vez darle una oportunidad.
¿Han luchado
ustedes por un amor imposible? ¿Por conseguir un sueño muy difícil de lograr?
Sabiendo Que tiene todas las ganas, el talento, el potencial pero que su
entorno lo deja avanzar. Me explico… usted nacido en Bogotá, Colombia quiere
ser esquiador olímpico y participar en los juegos de invierno. Lo primero que
hace es darse cuenta que en el país no existen facilidades o instalaciones para
entrenar dicho deporte, en un país tropical sin estaciones es imposible, por lo
tanto va a las entidades del estado en donde se burlan de usted por querer “ser
algo loco”, usted sigue luchando, entrena a diario en la pista de hielo que
Petro coloca en la plaza de Bolívar, con el tiempo vende su alma al diablo y
logra largarse de esta patria en donde jamás lo apoyaron, con su tesón usted
participa en los Juegos Olímpicos en donde cuando gana su primera medalla de
oro, producto de su sufrimiento y constancia, de su sacrificio, al otro día lo
zampan en la página del tiempo como portada con un montaje de la bandera de
Colombia y un titular que dice “ORO PARA COLOMBIA EN LOS OLÍMPICOS DE
INVIERNO”, lo llaman de Caracol, RCN y el presidente le regala un carro de gama
baja. Así señores es el colombiano.
Se ha dado un
fenómeno particular en los últimos años, son pocos pero existen, son también la
razón de mantener la esperanza de un cambio. Un grupo pequeño de personas que
no se ha dedicado a creer lo que nos dicen y a repensar la forma en que en
Colombia nos manipulan y nos hacen imposible vivir, personas cansadas del
nepotismo descarado que existe en el país, de las cadenas de favores, de los
torcidos, de los hampones, de lo salvajes que nos hemos convertido en esta
patria, sobretodo en Bogotá que ya no se puede hablar con nadie, pero también
cansados de la violencia extrema de los jóvenes víctimas de la ignorancia y la
falta de educación y oportunidades que obligatoriamente los hace convertirse en
delincuentes desalmados que matan hasta a su mama por plata. Cansados de no
poder estudiar porque la educación Colombia es mala y cara, la que es gratis es
preferible no tenerla, es una escuela para montadores y pequeños delincuentes,
cansados del sistema de salud manipulado, disfrazado de optimo y en la realidad
una escoria, cansados de no generar conocimiento, de las mafias en todas
partes, un grupo de personas que aunque ustedes no lo crean aman a su patria y
por les duele lo que pasa en ella.
Este fenómeno de
los Antipatriotas consientes, es liderado generalmente por personas que
gastaron su vida en proyectos de cambio, en proyectos personales o en estudiar
para darse cuenta de acá lo que vale es la viveza, la picardía, el engaño, la
hipocresía. Y se está gestando entonces una batalla que hay que librar, la de
este movimiento en contra de toda esa corrupción y desfachatez de un país lleno
de talento desperdiciado.
Y no es para
menos, cuando uno ve a Petro darle la mano al procurador o una foto de un
general secuestrado abrazando a su captor y toteados de la risa, ya no se sabe
que pensar, ¿en dónde vivimos? ¿Qué es verdad? La gente se cansa y los más
inteligentes se largan para irse a vivir a otra patria, alimentando la
nostalgia de algún día volver a un país que valga la pena, pensamiento que se
desvanece cuando ven a sus hijos jugar tranquilos en los parques.
Pero esperen,
este movimiento es tal vez lo mejor que le puede pasar a Colombia, hay que
ponerle atención, porque sus activistas, que no saben muchas veces que lo son,
viven predicando en b ares, en restaurantes, en reuniones y muchas veces hacen
reflexionar a la gente, cada día se escucha más y más eso de que “Colombia esta
vuelto nada pero tenemos que arreglarlo”, esto seguido de una serie de quejas
contra el mismo sistema fracasado en el que vivimos. Todos conscientes de que
la forma de cambiarlo no es peleando, ni asesinando sino de una manera
inteligente, escalando y apoderándose de las instituciones que manejan a la
sociedad, de las estructuras y desde ahí hacer el cambio, puede tomar tiempo
pero se puede. Esta gente tiene una característica que los hace diferentes a
los demás, ellos no persiguen el dinero y esto es lo más importante para
identificarlos, cuando alguien les dice que quiere hacer esto o lo otro para
tener plata, es muy diferente al que ya no necesita de un almuerzo o
sencillamente sabe que no debe acabar con su entorno para conseguirlo. No son
muchos, pero son los suficientes para arrancar esa revolución que tanto
necesita esta tierra. No importa lo que pase afuera, no importa si hay lugares
peores, no importa nada más que el objetivo de hacer que Colombia sea el país
que todos queremos y no el podrido lupanar en el que estamos tratando de
sobrevivir.