LAS CRÓNICAS DEL LUPANAR

No se tapa el sol con las manos

MISTER NARQUITO Y MISS PUTICA



Existen dos formas de ver la realidad, de ver la vida, como quieran llamarlas. La primera es verla a través de nuestros ojos, conectados a nuestro cerebro y a nuestra realidad, verla con la convicción de que lo que creemos es la verdad y que los demás no son lo suficientemente inteligentes o como dirían en Dianética, lo suficientemente claros como para apreciarla. Esa es una forma de ver nuestra existencia, con nuestros dogmas, nuestras creencias, ideologías y actos.

La otra forma, que es mucho más difícil de practicar, es ver la vida con los ojos de la realidad, de la realidad común, en la que podemos llegar a acuerdos, porque el mundo no es como uno lo tiene en la cabeza sino como es.

Mejor dicho ¿De qué sirve estar llenos de mierda hasta el cuello si nosotros tapamos lo problemas y seguimos diciendo que Colombia es el país más feliz del mundo, la presidencia sigue enviando Tuits diciendo lo bueno que nos espera, seguimos embelesados con realidades alternativas si la verdad es otra? No sirve de nada. Por más de que usted diga que el cielo es rojo, siempre será azul y acá no caben filosofías.

La gente comete a menudo muchísimos errores conmigo, errores garrafales, yo, el autor de estas crónicas del lupanar soy víctima de la ignorancia en tres áreas importantes: la primera, la gente cree que porque amo el rock no me gustan los demás géneros, eso es falso, acá se escucha de todo. Segundo, creen que porque me quejo todo el día es porque odio el país y eso es absurdo, me quejo porque lo amo, porque es mi tierra, porque acá nací y acá moriré y quiero vivir bien en ella, porque quiero que la gente se dé cuenta que podemos ser un gran país, no porque yo lo diga, sino porque ustedes mismos lo dicen, todos. La tercera forma de exclusión que sufro y creo es la más significativa y que me gustaría que se gastaran una o dos neuronas en colocarla a consideración a ver si tengo o no un poco de razón, es que con insultar a los demás, con violentar, con denigrar, con sentir que ustedes se las saben todas, que su música es la mejor, que su serie es la mejor, que su religión es la mejor, etc. Jamás, van a cambiar la realidad, jamás, la verdad es una, es absoluta, nadie la conoce mucho menos usted o yo. Con decirme "gordo hijo de puta", "cerdo drogadicto" y hablar mal de mí en cualquier lugar no me va a borrar mi existencia ni la suya, ni la de Ghandi, ni la de Juan Ernesto ni la de nadie, las palabras se las lleva el viento, los hechos perduran, solo que en la letrina que es hoy Colombia, la cultura del reconocimiento no existe, solo la cultura de la plata, de la mafia, de la bala, del “doctor” con camisa de seda.

Y viendo esto, entonces es que todos los días vemos a esos tontolombianos, defendiendo a capa y espada el lupanar, diciendo que acá todo está bien, que todo va para adelante, insultando a los que se preocupan por la masacre en París, por los sucesos en África, insultando a los que se preocupan por Colombia, la mayoría nacidos acá o extranjeros importados a un país tropicaloide en donde se sienten cómodos o peor aún, tontolombianos que viven en Canadá, USA, España y creen que han subido de categoría, el tontolombiano que ve todo con ojos de arcoíris y que por ejemplo ve bien el concurso de niñas de 7 y 8 años desfilando en bikini ante una jauría de ebrios en un pueblo de esos que existen en esta patria, arrabalero, etílico, jodidos. Un paraíso para los pedófilos, un excremento cultural.

Solo falta entonces el concurso Mister Narquito, en donde niños pequeños se vistan de manera ordinaria, escuchen alguna ranchera a todo volumen mientas se bajan un Sello Negro o un Old Parr y anden con una prepaguito, o en su defecto con Miss Tanguita.

Hay que reflexionar, si usted no hace nada por este lupanar, siempre seguirá siendo un lupanar, y así usted lo niegue, así su mirada sea optimista, sienta el aire rosa, la verdad es otra. De pronto usted tiene la suerte de algunos pocos de estar muy bien, estar “estable” porque en Colombia desde que nacemos nos meten en el cerebro a punta casi de pistola que ser feliz es crecer, trabajar, casarse y jugar a la casita. Lo que importa es la plata, nada más. 

Si usted está tranquilo, mire la vida a través de los millones que sufren, que roban, que están enfermos y no los atienden en la EPS, que no tienen casa y no consiguen fiadores para vivir dignamente, que pasan hambre, que matan, que sueñan y no pueden hacer nada, que se esclavizan ocho horas por un sueldo que no les alcanza y jamás tienen tiempo para otra cosa. 

Si usted es de esos afortunados que no debe sufrir en este el segundo país más feliz del mundo, entonces no sea tan irresponsable de quedarse ahí sentado leyendo esto y no actuar para mejorar este lupanar, este hoyo en el que estamos respirando. Pero no vaya a patrocinar a Mister Narquito que hay muchas cosas mejores para hacer!!!